Es un hecho histórico que, a través de los siglos, la gran mayoría de las civilizaciones (salvo muy contadas excepciones) han relegado a la mujer a un segundo plano, muy por debajo del hombre, y limitando sus libertades y derechos, uno de los cuales era su acceso a la educación. Afortunadamente, esta situación se ha ido revirtiendo en las últimas décadas y, aunque aún existen diferencias que salvar, paulatinamente la mujer ha ido conquistando espacios y asumiendo posiciones anteriormente vedadas, tanto en el plano social como en el laboral y, particularmente, el educativo.

 

Artículo sobre superación de diferencias o exclusión en la educaciónPor otra parte, el acceso a la educación en los diferentes grupos humanos tradicionalmente ha sido fuertemente condicionado por factores culturales, siendo uno de los más influyentes el componente religioso, lo que ha creado profundas brechas entre los índices de escolaridad de las poblaciones que profesan una u otra religión. Sin embargo, estas brechas también han empezado a reducirse lentamente en tiempos recientes y, pese a que persisten desniveles importantes, ha empezado a aparecer una tendencia al equilibrio.

 

Tales afirmaciones están respaldadas por los resultados de un estudio dado a conocer recientemente por Pew Research Center (PRC) de Estados Unidos sobre religión y educación a nivel mundial; el estudio se basa en un exhaustivo censo de los niveles educacionales en 151 países de todo el globo, realizado entre personas que para el año 2010 tenían una edad igual o mayor a los veinticinco años. Este censo reveló que, en promedios de escolaridad, los individuos pertenecientes a la religión judía presentaban los niveles más altos, con un promedio de 13,7 años de escolaridad tanto entre los hombres como entre las mujeres.

En segundo lugar se ubicaron los cristianos, con un promedio grupal de 9,3 años; en este caso se registró una diferencia de 0,4 años entre los hombres, con 9,5 años, y las mujeres, con 9,1 años.

En tercer lugar estaban los no creyentes en religión alguna, con un promedio grupal de 8,8 años, siendo 9,3 el de los hombres y 8,3 el de las mujeres, lo cual indicaba una diferencia un poco mayor, un año de escolaridad.

Los niveles más bajos se registraron entre los hindúes y los musulmanes, con sólo 5,6 años de escolaridad para ambos grupos; los mayores desniveles entre los sexos se encontraron en los hindúes, con un promedio de 6,9 años en los hombres y 4,2 en las mujeres, una diferencia de 2,7 años contra el sexo femenino; entre los musulmanes el promedio para los hombres era de 6,4 años y 4,9 para las mujeres, con una desventaja de 1,5 contra éstas. Ligeramente por encima estaban los budistas con un promedio grupal de 7,9 años, 8,5 entre los hombres y 7,4 entre las mujeres, lo que hacía una diferencia de 1,5 años.

Sin embargo, son precisamente estos grupos, los de más bajos y desiguales promedios, los que han venido experimentando una mejoría más significativa; en las últimas tres generaciones, los hindúes han registrado un “salto” de 3,5 a 7,6 años de escolaridad y los musulmanes han subido de 3,6 a 6,7 años de promedio.

Pero sin duda, el progreso más importante a nivel global  es el de las mujeres, quienes han venido cerrando la brecha que las colocaba por debajo de los hombres, y aún más, mientras que en el lapso de tres generaciones los hombres han incrementado su promedio de escolaridad de 7,4 a 9 años, las mujeres han logrado, en ese mismo lapso, avanzar de 5,8 años a 8,3 años, reduciendo la ventaja masculina de 1,5 a 0,8 años, un progreso nunca antes logrado en la historia del género humano; se calcula que, de continuar esta tendencia, para el año 2025 la brecha global entre hombres y mujeres se habrá reducido prácticamente a cero.

 

LQ

Con información de Aleteia

 

Se cierra la brecha educativa entre hombres y mujeres, y entre religiones