¿Está ocurriendo un big bang ético?

 

Big Bang

Una nueva toma de conciencia individual, y en suma colectiva, se está esparciendo como un estallido en diferentes direcciones a gran velocidad…

Por: Germán Febres*


(Artículo especial actualizado y basado en una conferencia suya)

 

Para introducirnos a la apreciación o punto de vista que promuevo, es útil iniciar con un brevísimo resumen de la historia. Asimismo aclarar que sostengo que lo ético no lo debemos dejar sólo en manos de los filósofos como tampoco la bioética en manos de los científicos, sin que esto signifique desmerecimiento para esas augustas disciplinas o para sus no menos augustos cultivadores; lo que planteo es asumir ambos ámbitos desde la perspectiva ciudadana, con acento práctico.

Reclamo para la gente el derecho a estar más y mejor informada, a opinar y a incrementar la capacidad de dar su asentimiento u objeción respecto a decisiones trascendentales que se nos imponen, asumiendo el riesgo del error con sentido de responsabilidad y como una oportunidad para el aprendizaje. Al final son las personas quienes se benefician o perjudican, quienes llegan a sus propias conclusiones y quienes se dan sus propias respuestas, lo cual es medular en el desarrollo humano.

La reflexión ética o pensamiento ético es originado por los filósofos griegos Sócrates y Platón. Mucho tiempo después, René Descartes e Inmanuel Kant, entre otros, le hacen significativos aportes; más tarde Federico Nietzsche; por estos días Fernando Savater; y en el campo de la discusión bioética los controversiales León Kass y Peter Singer, según nuestra opinión.

¿Qué es lo que está pasando con la ética? ¿De qué se trata eso de una nueva ética para el milenio, que ha comenzado con el cambio de siglo? La ética es una rama de la filosofía, frecuentemente considerada como “una ciencia normativa”, también a veces se le llama “filosofía moral”. La ética y la moral aunque estrechamente relacionadas son asuntos diferentes, mientras que la bioética es ética aplicada al ámbito de la relación humana con la vida. Así tenemos que moral es la suma, conjunto o combinación de valores, tabúes, reglas o prohibiciones que desde fuera de nosotros nos son enseñadas o impuestas, y ética es chequear, corroborar, reflexionar, repensar o revisar la validez de la conducta humana y de nuestros propios actos. La moral admite las reglas dadas y la ética las establece en forma racional.

En este momento y desde hace varios años está ocurriendo una toma de conciencia por parte de muchísimas personas en el mundo -aunque hay quienes se mantienen apáticos al asunto-, en suma, una nueva toma de conciencia general se incrementa o esparce a gran velocidad. Hay un aumento de la preocupación y ocupación por trascender la dimensión racional o deductiva, alcanzando la dimensión de los valores, cuestión tanto de ser como de hacer, para convertirlos en acciones.

Ser humano, incluye el importantísimo componente espiritual, y cada persona es única desde el enfoque intelectual y filosófico. Ser humano requiere actuar en condiciones de incertidumbre en paz con la conciencia.

¿Qué es importante y que no? La jerarquización de los temas va ahora de lo chiquito a lo grande, de lo local a lo global y al mismo tiempo al revés, y las barreras que antes impedían identificar y compartir preocupaciones o intereses son cada vez menos efectivas.

Por ejemplo, los problemas de violencia familiar, o de manejo de la basura y los desperdicios, son asuntos que preocupan a un determinado condominio o comunidad… Y ahora también al mundo entero, formando parte de las agendas de los más importantes foros internacionales.

Muchos ciudadanos en todas partes estamos luchando por las mismas motivaciones superiores, o al menos parecidas: asignar a nuestras vidas un carácter responsable; resguardar la dignidad de las personas, su reputación, la vida, el equilibrio ecológico y la biodiversidad; fomentar la convivencia pacífica y la transparencia; promover los valores humanos en general y el desarrollo sostenible. Además de un par no menos importante: la libertad y la democracia.

 

De la ética a la bioética… y lo contrario

Según explicación del bioeticista mexicano Jorge Alberto Álvarez Díaz, quien ha estado varias veces de visita en Venezuela, “los científicos o investigadores deben tener muy en cuenta los intereses de la sociedad, procesar todas las opiniones. La bioética sirve para analizar situaciones concretas, se trata de filosofía aplicada, es decir, bioética es la aplicación de la ética en casos delimitados y determinados relacionados con los seres vivos”, incluyendo el bienestar de los animales.

Álvarez Díaz indica que los temas bioéticos se dividen en macro-bioética (los ecosistemas, la naturaleza, las futuras generaciones, pues con esos seres humanos que aún no han nacido igualmente tenemos una gran responsabilidad); meso-bioética (se relaciona con muchos factores de tipo social; la sociedad civil que puede participar y pronunciarse a través de los comités de ética) y micro-bioética (que abarca muy diversos temas vinculados con la relación médico-paciente).

El autor Nicolás Jouve de la Barreda precisa “el conocimiento científico en sí mismo, por importante que sea, no es suficiente si no va acompañado de un respeto a la verdad y de una reflexión ética sobre su contribución al conocimiento de la naturaleza que nos rodea, y especialmente de la propia realidad del ser humano”.

Esto adquiere una relevancia vital frente a los enormes avances de la ciencia, especialmente en los campos de la genética y la biotecnología. Estoy convencido de que no todo lo que la ciencia está en capacidad de hacer lo debe llevar a cabo. Al menos hay que pensarlo muy bien y prever sus consecuencias.

¿Tiene sentido la vida? ¿Por qué actuar moralmente? Peter Singer en “Ética práctica” ofrece respuestas sobre algunas preguntas medulares. “Todos tenemos inclinaciones benevolentes o compasivas que nos hacen preocuparnos del bienestar de otros. Existe una especie de conciencia natural que da origen a sentimientos de culpa cuando hacemos lo que sabemos está mal. La mayoría de nosotros no sería capaz de encontrar la felicidad proponiéndose deliberadamente disfrutar sin preocuparse por nada ni por nadie”.

Y vienen a la mente más interrogantes ¿Se puede investigar para lograr conocimiento a cualquier costo? ¿Ser más humanos o no ser? ¿Hacer todo, hacer casi todo, hacer un poco o no hacer nada? ¿Responsabilidad social empresarial y ciudadana, o empresas y ciudadanos socialmente responsables? …ésta última como predica Italo Pizzolante.

Peter Singer en otra de sus obras, “Repensar la vida y la muerte”, hace referencia a un tema álgido, asociado por algunos analistas a la Carta de la Tierra, una iniciativa o propuesta por una nueva ética mundial, que ha levantado suspicacias, alentada entre otras figuras internacionales de gran talla, por el Premio Nóbel de la Paz Mijail Gorbachov. Singer propone la reescritura de los mandamientos: “Reconocer que el valor de la vida humana varía” y que por lo tanto no se debe considerar que toda vida humana tiene el mismo valor; agrega que “el nuevo enfoque ético no tiene que considerar el dejar de salvar como equivalente de matar”.

A título de ejemplo, una difícil decisión y preocupación generalizada es ¿a quién salvar y a quién no en caso de una catástrofe? Emeterio Gómez, explicaba y ha aclarado con precisión en sus clases y conferencias que los dilemas éticos surgen cuando no hay razones con suficiente peso, señalando sin lugar a dudas, una vía. Entonces nos toca decidir con la conciencia, en base a nuestros valores.

Desde nuestra perspectiva ciudadana, el valor de la vida es infinito. Hay que agotar todos los recursos disponibles para salvar una, diez, cien, mil, muchas, o las vidas que se puedan. Es un compromiso de conciencia y solidaridad. Existe un muy amplio consenso respecto a que “cualquier valor necesita de la vida para hacerse realidad”.

Cabe compartir una anécdota que bien habla del valor de la vida y que cuenta una conversación entre dos estudiantes de medicina. Uno le dijo al otro: -Quiero conocer tu opinión acerca de la interrupción de un embarazo… Los antecedentes indican que el padre era sifilítico, la madre tuberculosa; de los cuatro hijos que ya habían tenido, uno era ciego, el segundo falleció, el tercero era sordomudo y el cuarto contrajo la tuberculosis. ¿Qué habrías hecho ante el quinto embarazo? El otro respondió: -Le habría puesto fin, naturalmente. El primero replicó: -Entonces Beethoven no habría nacido, pues ese fue su dramático caso.

 

Nuevas realidades, reflexión y cambio

Las religiones e iglesias han avanzado más allá de sus posiciones básicas de fe para adentrarse en las nuevas posibilidades y realidades de la ciencia, vinculando asesores especiales y adquiriendo o aceptando conocimiento.

Por citar un ejemplo no cristiano, el Dalai Lama ya ha dicho en su libro “El universo en un solo átomo”, después de conversar con gran número de eminentes científicos, que “si la ciencia comprueba que alguna creencia budista es incorrecta, entonces el budismo tendrá que cambiar”.

La Iglesia Católica, por su parte, ha promovido en Asia (Corea del Sur) una academia internacional para la vida, donde participarán expertos, médicos y teólogos entre otros, para establecer “verdades” en cuanto a la investigación y desarrollo de soluciones celulares. Y el sacerdote jesuita y astrónomo jefe del Vaticano, José Gabriel Funes, señaló hace poco que la creación divina de la vida quizá no se paró o detuvo en la Tierra, añadiendo que hasta ahora, la teoría del big bang es la que mejor explica el origen del cosmos, a la vez que descartó contradicciones con la fe.

¿Cómo es hoy la familia? Hay nuevas realidades. Las ciencias sociales tienden a definir la familia como un conjunto de personas emparentadas que viven juntas y se apoyan; principalmente padre, madre e hijos. Frente a esto, hoy la estructura familiar y sus relaciones internas son diferentes, están bastante marcadas por la diversidad.

Según el también Premio Nóbel de la Paz Oscar Arias “la nueva ética para el nuevo siglo consiste en premiar la solidaridad sobre el individualismo, la honestidad sobre la hipocresía, la transparencia sobre la corrupción, la sinceridad sobre el cinismo y la compasión sobre el egoísmo”.

Es necesario agregar que a la par de profundos cambios legislativos ante los cuales debemos permanecer atentos, escucharemos mencionar más a menudo referencias sobre los positivos conceptos de finanzas éticas, mercados sociales, consumo inteligente y comercio justo.

“Al fin y al cabo, toda sociedad humana se caracteriza por estar descontenta de si misma y por buscar una sociedad ideal más perfeccionada” como lo adelantaba el destacado comunicador publicitario español Francisco Izquierdo Navarro en su libro “La Tercera Sociedad”.

 

Construir valores, forjar y vivir el futuro

Ciertamente, la capacidad creadora de la conciencia para influir sobre la realidad, construir valores y el futuro mismo, ha aumentado. Vamos al futuro permanentemente y lo vivimos a cada instante de manera natural, sin necesitar el Túnel del Tiempo o el De Lorean del Doc Emmett Brown; defiendo y me identifico con el concepto de que la vida no la tenemos hecha de antemano.

Tengan la certeza de que en este momento, en el campo de la ética, se está librando “por la vida” la auténtica madre de todas las batallas. En un sentido o en otro, queramos o no, estamos globalmente implicados y seremos afectados. Afortunadamente, millones de personas en todos los continentes estamos tomando y creando conciencia, emprendiendo internamente un positivo cambio para un mejor futuro.

Un lector del diario El Mundo me preguntó en una ocasión, a propósito de otro artículo que escribí, si consideraba al hombre, al ser humano, como el centro del universo. No lo considero así, para mi es Dios. Pero Dios para mí es omnipresente, está en todas partes. Es uno y lo es todo. Creo que incluso nosotros mismos –de algún modo– formamos parte diminuta de Él. Lo entiendo como inspiración, conciencia viva y sabiduría universal en constante evolución.

A aquel lector afectuosamente le respondí con una idea del astrofísico Stephen Hawkins, la cual suscribo y comparto, cuya traducción aproximada es: “Si el hombre renuncia a creer en un solo Dios justo… adorará ídolos, que en nuestra época racional no serán de piedra, sino un ideal mistificado, el ego, la propia inteligencia, etcétera… Si exclusivamente nos preocupamos de que las consecuencias sean suficientemente buenas para justificar un acto, si no se acepta que existen valores anclados en la naturaleza humana y en la existencia de Dios, demasiado fácil caeremos en algo que terminará siempre con sangre”.


Germán Febres Ch.(*) El autor es director general de Pro-Ética y
vicepresidente / director ejecutivo del Bloque de Prensa Digital de Venezuela

gfebres@pro-etica.org