Nota especial en pro-etica.org VenezuelaUna mejor calidad de vida, una mejor condición socioeconómica, un mejor status social, la posibilidad de satisfacer más cabalmente nuestras propias necesidades y las de nuestro entorno familiar, horizontes culturales más amplios y diversos; son muchas y muy variadas las ventajas que ofrece el tener una buena educación, y a esta ya larga lista, ahora debemos sumar un nuevo beneficio: la posibilidad de evitar o al menos disminuir el riesgo de padecer demencia durante la última etapa de nuestra vida y de poder preservar intactos nuestros recuerdos.

Así se desprende de un estudio llevado a cabo por expertos de la Universidad del Sur de California (USC), uno de dos realizados en esta institución y publicados en un suplemento especial de The Journals of Gerontology, dedicado al tema de la demencia.

En ese sentido, Eileen M. Crimmins, profesora universitaria en la USC Leonard Davis School of Gerontology y principal responsable del estudio, explicó: “Esta asociación entre el aumento en el logro universitario y la disminución en la prevalencia de la demencia es una buena noticia para las personas que han completado alguna educación superior u obtenido un título”.

Esto implica, por supuesto, que aquellas personas con menores niveles de educación están más expuestas a padecer demencia en sus últimos años, y a vivir con este mal durante más tiempo.

Este fue precisamente el objeto de estudio de la segunda investigación publicada en el suplemento, la cual fue efectuada por el Centro de Economía y Política de Salud de la USC Schaeffer y conducida por Julie Zissimopoulos, profesora asociada y vicedecana de la Escuela de Política Pública de USC Price; esta investigación se enfocó en cómo se vería afectada la demencia si se trataran las enfermedades crónicas que presentan mayor riesgo de demencia, como la diabetes o la hipertensión, y su prevalencia luego de los cincuenta años se redujera a la mitad; los resultados indicaron que la vida de los pacientes se extendería en un año en promedio y su salud en general mejoraría, sin embargo, como consecuencia de esto, habría más personas de sesenta y cinco años con demencia, y sufrirían de esta enfermedad por más tiempo.

“La reducción de la aparición de la hipertensión y la diabetes a edades intermedias y más avanzadas mejoró la salud de estos adultos, pero también prolongó sus vidas. Eso, a su vez, aumentó su riesgo general de demencia y finalmente incrementó el número de personas que viven con demencia a edades más avanzadas”, explicó Zissimopoulos.

Este segundo estudio se basó en datos sobre la capacidad cognitiva de individuos de sesenta y cinco años o más, con una edad promedio de setenta y cinco años, recabados por el Estudio de Salud y Jubilación de los años 2000 y 2010. Estos individuos se dividieron en cuatro categorías: los que no terminaron la secundaria, los que tenían un título de educación secundaria, los que tenían estudios universitarios incompletos y los que tenían un título universitario o un postgrado.

Los resultados evidenciaron una esperanza de vida con una cognición saludable a los ochenta años muy superior entre los individuos que poseían un grado universitario o más, por encima de los que tenían estudios universitarios incompletos; por su parte éstos tenían mejores perspectivas que los que tenían un titulo de educación secundaria, los cuales a su vez superaban a los que no habían terminado la secundaria, quienes tenían expectativas de una cognición saludable sólo hasta los setenta años en promedio.

“El estado de educación superior parece proporcionar beneficios cognitivos para toda la vida, tanto por su efecto sobre el funcionamiento cognitivo como su efecto en una vida más larga”, expresaron los expertos.

Desde hace muchos años, científicos y laboratorios farmacéuticos se han empeñado en desarrollar algún tratamiento terapéutico que permita enfrentar la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia, pero hasta ahora todos los esfuerzos han sido infructuosos; es por esto que los especialistas están concentrando su atención en prevenir el mal antes de que se desarrolle, atacando las enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento.

“Sólo los tratamientos que retrasan el inicio de la demencia aumentan la esperanza de vida y reducen el número de años que viven con demencia”, afirmó Zissimopoulos. De ahí la importancia de los hallazgos de estos estudios, que señalan a la educación como una excelente terapia preventiva ante la demencia, y una buena garantía para una vejez plena, saludable y llena de recuerdos.

LQ

Personas con mayor nivel de educación tienen menor riesgo de desarrollar demencia senil