Guacamayas en Caracas

 

Caracas no es ajena a ser morada de especies silvestres que se han adaptado a sus características particulares. Garzas blancas y rojas en el río Guaire, perezas en diversas zonas y por supuesto guacamayas multicolores que visitan balcones y tendederos de ropa nos recuerdan a cada momento su vecindad. También ocurre en otras ciudades latinoamericanas y del mundo.

 

La director gerente de Pro-Ética, Leyda Briceño, hizo referencia y compartió lo que algunos entendidos y expertos vienen opinando sobre este particular tema.

-Estamos acostumbrados a pensar que las ciudades están hechas para ser habitadas solamente por los seres humanos, y una que otra mascota que nos acompaña, como perros, gatos, o periquitos, por ejemplo; que las demás especies de animales viven en el campo o la selva, en ambientes naturales donde se encuentran mejor y que, por su bien y por el nuestro, allí deberían quedarse. Pero si nos fijamos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que, en nuestro inhóspito y humanizado ambiente urbano, existen muchas especies que viven y conviven con nosotros, y sorprendentemente no sólo sobreviven, sino que a algunas incluso les va muy bien.

Pero las cosas no son tan simples como parecen, para sobrevivir entre nosotros estos animales han tenido que realizar cambios, algunos muy drásticos, en su forma habitual de vivir; cambios en su comportamiento, en su alimentación, en sus hábitos reproductivos; cambios que incluso pueden ser tan definitivos que les impedirían en un momento dado, volver a su ambiente natural.

Hasta el cine ha recreado historias que, de alguna manera, plantean situaciones relacionadas o resultantes. La hermosa “Blue Sky / Río” es una de ellas, apunta Briceño.

A título de ejemplo, tomemos una especie muy cercana a nosotros, que vemos en plazas y parques y en ocasiones los niños se divierten dándoles migajas: las palomas. Estas aves comen lo que sea, e incluso a veces se acercan a las personas para “pedirles” un poco de alimento, y han aprendido a identificar a quienes les dan de comer.

Otra especie que ha tenido que ajustarse a nuestra ajetreada vida urbana son las gaviotas, que pasaron de vivir en el mar, a vivir en basurales; al igual que los buitres o zamuros, cuya principal función en la naturaleza es mantener el ambiente limpio de cadáveres, pero en ciudades costeras comparten su hábitat con las gaviotas.

No olvidemos mencionar aquellos animales que consideramos pestes, entre ellos las ratas. Son éstas un claro caso de adaptación a las ciudades; originarias de ambientes naturales, donde su vida no es muy diferente a la de cualquier otro animal campestre, pocos como ellas pueden sacarle tanto provecho a las bondades de la ciudad y ser tan exitosas.

Y si observamos a los animales con los que compartimos nuestro hogar, perros y gatos, al volverse callejeros registran la basura de las casas para encontrar algo de comida, y si junto a sus compañeros humanos son mansos y dóciles, en la calle pueden volverse agresivos y convertirse en un problema de salud pública; no obstante, son aptos para adaptarse perfectamente y sobrevivir sin problemas, incluso se ven perros que ya saben cruzar las calles con el semáforo en verde; en Rusia, se da el caso de perros callejeros que usan el metro para llegar al centro de Moscú, donde les es más fácil alimentarse, y casi nunca se equivocan al bajarse de estación.

Otro factor, el ruido de las ciudades, ha provocado cambios en el comportamiento animal, explican publicaciones que han abordado este mismo tema; es sabido que el canto de los pájaros es su forma de comunicación, como para nosotros lo es la palabra hablada; por esto algunos pájaros aumentan la frecuencia y duración de sus trinos para evitar que el ruido del ambiente interfiera con el sonido de su canto.

Surge entonces la pregunta sobre si la presencia de estos y otros muchos animales que viven en las ciudades son una especie de “invasores” del espacio urbano; la respuesta, indudablemente, es que no, los animales no son invasores, ya que ellos solamente buscan un lugar donde vivir, igual que nosotros. Entonces, ¿es el hombre el invasor? ¿Somos los humanos quienes estamos ocupando un lugar que no nos corresponde? Definitivamente no, el hombre tampoco es el invasor.

El hecho de que no hayamos aprendido a vivir sin causar estragos en la madre Tierra, no quiere decir que no tengamos derecho a tener un lugar para vivir y desarrollarnos. Sólo tenemos que aprender a hacerlo en armonía con lo que nos rodea y sostiene.

Si tantos animales se han visto obligados a vivir con nosotros en los suburbios y en el mero centro de ciudades y pueblos, debemos tratarlos como nuestros vecinos, sin hacerles daño, y cuidando el medio en el que nos movemos, sin ensuciar nuestro ambiente, que es también el suyo. Porque, al final todos debemos convivir como buenos vecinos en la urbe.

Así, compartiendo esta recopilación informativa y reflexión, la director gerente de Pro-Ética, invita a ser más amable con los animales, sin que ello suponga dejar de estar atentos al resguardo de nuestra propia especie.

LQ

Leyda Briceño: Animales en la ciudad, son ¿vecinos o invasores?