Diversas investigaciones han demostrado que el dormir poco o nada puede causar serias alteraciones a la salud, ya que durante el sueño se producen diversos procesos vitales, como la regeneración orgánica y cerebral, se facilita la síntesis de macromoléculas: proteínas y ácidos ribonucleicos, además de la regeneración de procesos mentales, particularmente las facultades superiores, como la fijación de la atención, los mecanismos conscientes, las habilidades cognitivas finas y las asociadas con la relación social.

En adición a lo anterior, un estudio realizado recientemente por especialistas de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, indica que dormir cinco horas o menos por noche puede incrementar el riesgo de desarrollar hipertensión, o agravarla si ya está presente; en tales circunstancias, no existe diferencia alguna si el paciente sufre o no de apnea obstructiva del sueño, un trastorno que provoca la interrupción repetida de la respiración mientras duerme.

En la primera etapa de este estudio, a los sujetos participantes se les restringió el sueño a cuatro horas por noche durante nueve noches seguidas; en la segunda etapa, a estos mismos sujetos se les permitió dormir durante nueve horas por noche.

Durante la primera etapa el promedio de presión arterial sistólica de los sujetos durante la noche fue de diez milímetros de mercurio (mm Hg) por encima de la registrada durante la segunda etapa; adicionalmente, el descenso de la presión arterial que ocurre normalmente por la noche no fue tan marcado en la primera etapa, la de privación de sueño, como en la segunda, la de sueño completo.

La doctora Naima Covassin, especialista en Enfermedades Cardiovasculares de la Clínica Mayo y miembro del equipo investigador, explicó que, aunque aún no se comprende exactamente cuál es el mecanismo que produce este efecto, se cree que el sueño permite regular las hormonas relacionadas con el estrés, lo que ayuda a preservar la salud del sistema nervioso. Si se priva del sueño al organismo durante cierto periodo de tiempo, a la larga se deteriora su capacidad de regular las hormonas del estrés, lo que puede derivar en un incremento de la presión arterial.

Señaló la experta que casi todas las personas experimentan de vez en cuando el dormir mal o por pocas horas una o dos noches; sin embargo, si esta falta de sueño se hace constante, si el sueño se reduce a seis horas o menos cada noche, se debe consultar al médico a fin mejorar la calidad del sueño. “Dormir mal no sólo se vincula con un aumento de la presión arterial, sino que también repercute bastante sobre la alegría de vivir y se relaciona con otros riesgos de salud como obesidad, diabetes, depresión, riesgo de sufrir accidentes o caídas, e incluso muerte prematura”, expresó.

LB

La falta de sueño puede aumentar el riesgo de desarrollar hipertensión
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